Historia de Curaco de Vélez

Curaco de Vélez-  Chiloé

COLONIZACIÓN DE CHILOÉ

En 1558 se había fundado la ciudad de Osorno y conquistado el territorio hasta el seno de Reloncaví, por lo que en 1561 el Gobernador de Chile, don Francisco de Villagra, envió una exploración naval a la isla, que culminó con la toma de posesión de estas tierras en nombre de la corona española.

A fines de 1562, el propio Gobernador desembarcó en Chiloé y reconoció parte de su territorio teniendo un par de conflictos con los isleños, que costaron la vida de varios indígenas.

Debido a la abundante población indígena y la esperanza de encontrar oro, el Gobernador de Chile, don Rodrigo de Quiroga, encomendó a su yerno, la conquista del “Chilhué”. Esta se produjo en 1567, cuando Martín Ruiz de Gamboa, con 120 hombres, cruzó el canal de Chacao, en dalcas prestadas por los lugareños y con los caballos a nado tirados de sus cabestros.

Al llegar Gamboa al río que lleva su nombre, fundó la ciudad de Castro y bautizó a la nueva provincia como “Nueva Galicia”, en honor a su suegro, oriundo de aquel reino.

Una vez organizados, la población nativa fue sometida y repartida entre los vecinos principales de Castro, mediante el sistema de Encomienda. Además, para mantener comunicación con las ciudades del continente, el mismo verano se estableció la villa San Antonio de Chacao.

El dominio español, implicó para los indígenas no sólo el reconocimiento al monarca y sus instituciones, sino también, la obligación de tributar para los conquistadores, trabajando y colaborando en las más diversas actividades. Entre los repartimientos de la isla de Quinchao figuraban las encomiendas de Buta Quinchao, Matao, Curaco, Palqui, Huyar, Huenao y Achao.

Durante el siglo que siguió a la conquista, el número de huilliches y chonos disminuyó dramáticamente, producto de los maltratos, el excesivo trabajo, las enfermedades introducidas y el tráfico ilegal de indios que se enviaban hacia las estancias y lavaderos de oro de Chile central, llegando la población indígena a su nivel más bajo a fines del s.XVII. Por otro lado, el mestizaje iba en aumento.

Como consecuencia de la gran rebelión Mapuche-Huilliche (1598-1603), que destruyó todos los asentamientos españoles al sur del Biobío, Chiloé quedó aislado del reino de Chile. Tras el abandono de Osorno, algunas familias hispanas e indígenas amigos se refugiaron en Chiloé, donde recibieron mercedes de tierra.

Castro también fue destruido en el año 1600 por corsarios holandeses en una alianza con los veliches. Desde entonces, los vecinos principales abandonaron la ciudad y prefirieron vivir en sus haciendas, junto a su fuerza laboral (población indígena encomendada), produciendo una dispersión general de los españoles por el archipiélago. Se inició un proceso de ocupación, despojo, convivencia y mestizaje con los huilliches, traspasándose elementos de ambas culturas.

CURACO DE VÉLEZ

“Curaco” es un nombre compuesto por CURA (piedra) y CO (agua), palabras del idioma Mapuche con que se llamaba al “agua extraída de entre las rocas”. Al parecer, el topónimo “Curaco” fue usado sin el denominativo “de Vélez” hasta mediados del s.XIX.

Vélez es un apellido español, que proviene de un linaje sevillano establecido en la comarca a mediados del s.XVII, y que posiblemente le haya dado el nominativo.

La comuna de Curaco de Vélez se localiza en el sector noroeste de la Isla Quinchao, separada de la Isla grande de Chiloé por el canal de Dalcahue. Con una superficie de 80 km2 y alrededor de 3.400 habitantes, es la comuna más pequeña y menos poblada de la provincia de Chiloé. El pueblo de Curaco de Vélez concentra la mitad de la población comunal, y los demás habitantes viven en localidades rurales como Tolquien, Los Palquis, Palqui, Huyar Bajo y Alto, Diañ, San Javier, El Pasaje, Quetro, Changüitad, Huenao, La planchada y Chullec. En estos sectores rurales se mezclan actividades agrícolas y pesqueras; se cultivan papas, hortalizas, forraje; se cría ganado y se confecciona artesanía. Y en las aldeas costeras, se pesca, se recolectan mariscos y algas.

La comuna de Curaco de Vélez ha heredado una gran riqueza cultural y natural. Una impresionante historia geológica explica la belleza de sus paisajes, ocupados hace miles de años por los pueblos originarios, navegantes y agricultores que fusionaron su cultura con la tradición española, creando un modo de vida muy particular que marca el carácter de sus habitantes.

Es un antiguo caserío chilote, surgido a inicios del siglo XVII, que está marcado por el desarrollo comercial y portuario que vivió la provincia desde mediados del siglo XIX hasta el terremoto de 1960.

 

HISTORIA

El pueblo de Curaco de Vélez nació a comienzos del siglo XVII, cuando la población originaria comenzó a ser evangelizada y se levantó una rústica capilla.

En la misma época, los vecinos de Castro abandonaron la ciudad para radicarse junto a sus encomiendas, también, familias que habían huido de Osorno solicitan mercedes de tierra en la isla de Quinchao. Por eso, a mediados del siglo XVII aparece Curaco como un poblado habitado por indígenas e hispanos, sin embargo, a fines del mismo siglo, la población indígena es minoritaria y después de la rebelión Huilliche de 1712, sólo será descrito como “pueblo de españoles”.

El poblado era muy modesto, con la capilla de techo pajizo levantada en la misma ubicación actual, en cuyo frente se situaba una explanada y un cementerio. Las demás viviendas estaban próximas a la playa, junto a embarcaciones y corrales de pesca.

Después de la masacre en Huenao, Curaco de Vélez llevó una vida apacible y sin mucho movimiento hasta fines del s.XIX, cuando su carácter de puerto le hizo florecer. El frecuente arribo de barcos nacionales e internacionales, provocó la aparición de un nuevo eje económico en el “barrio bajo”, donde habían diversas viviendas, negocios surtidos que abastecían a la población y sectores rurales; estaba el matadero, la tesorería, la oficina de correos y telégrafos; los vapores que recalaban en la rampa, transportaban pasajeros y carga, abasteciendo almacenes y bodegas del pueblo. Por la misma época se construyeron las viviendas que hasta hoy caracterizan al poblado: casas de dos pisos, con miradores y balcones, que evidencian la influencia del estilo neoclásico imperante. Hasta mediados del s.XX se desarrollaban diversos oficios tradicionales, como: valijero, telegrafista, herrero, talabartero, mueblista, zapatero, costureras y sastres, cuyo trabajo era necesario para la gente de la época, pero que hoy se encuentran prácticamente desaparecidos.

La historia del pueblo también está marcada por desastres; humanos, naturales y fortuitos: como el gran incendio del 17 de noviembre de 1950, donde se quemaron dos cuadras completas: la actual calle 21 de mayo (frente a la plaza) y la bajada de Errázuriz hacia el mar.

Diez años después, el 22 de mayo de 1960, el gran terremoto y posterior maremoto, marcó el fin del “barrio bajo”, destruyendo la mayor parte de las construcciones ubicadas a orillas del mar, incluso los mariscos de la playa se extinguieron por un tiempo; cambiando de manera radical la manera de vivir de un gran número de familias que además de perder parte de su patrimonio, tuvieron que trasladarse junto a sus casas a la parte alta del pueblo, mientras otros emigraron a diferentes ciudades del país.

Se destruyó la Casa de Socorro (servicio médico) que quedaba en la rivera del río “Vélez” (actual “puente hospital”); también el antiguo cuartel de bomberos, que estuvo ubicado en la calle Errázuriz, era un edificio de dos pisos, ahí se realizaban la mayoría de las fiestas populares.

Y el último gran desastre que ha vivido Curaco, sucedió el 25 de febrero de 1971, cuando se incendió la iglesia (construida entre 1901 y 1904), la casa parroquial y construcciones aledañas.

Todos estos sucesos, han formado en la comunidad curacana, un ambiente de amistad y tranquilidad, donde se mantiene un sentido de identidad y pertenencia, donde la vida campesina se mezcla levemente con la urbana. y donde la relación con la naturaleza es primordial.

 

IGLESIAS

 San Javier: Construida en 1902, y su fiesta es el 2 de febrero en honor a la Virgen de la Candelaria.

Huyar Alto: La primera capilla fue construida a comienzos del siglo XX, para solucionar el problema de sepultar a los difuntos del sector, pues era difícil el acceso a la capilla de Huyar Bajo. La actual capilla se remonta a la década de 1960. Su fiesta es cada 11 de febrero en honor a la Virgen de Lourdes.

Huyar Bajo: La primera capilla fue construida a mediados del s. XVII por misioneros jesuítas; a fines del s. XIX se construye la capilla actual en honor a la Virgen del Carmen, su fiesta es el 16 de Julio.

Palqui: Como los misioneros se desplazaban en piraguas, levantaron la capilla junto a la playa; pero a inicios del s.XX, la mayoría de la población habitaba el sector alto de Palqui, por lo que allí se construyó la actual iglesia; la patrona es la Virgen de Montserrat, cuya fiesta es el 22 de abril.

Chullec: Construida entre 1929 y 1931, dedicada a María Auxiliadora.

Curaco de Vélez: En honor a San Judas Tadeo, su fiesta es el 28 de octubre. se construyó luego del trágico incendio acontecido el 25 de febrero de 1971, donde se destruyó la antigua iglesia, y que estaba en proceso de ser declarada monumento nacional.

 

ARQUITECTURA

Desde que los puertos de la provincia comenzaron a ser visitados por buques provenientes del extranjero, surgió una arquitectura entre fines del s.XIX e inicios del s.XX, que da cuenta de aquel intenso intercambio comercial y cultural, como las casas de Curaco de Vélez. Estas casas son el reflejo de una época próspera, cuando abundaba la madera y existían hábiles carpinteros

Es posible observar viviendas en estilo neoclásico, de gran tamaño, y hermosas fachadas; adornadas con balcones, miradores, diversos cortes de tejuelas, puertas y ventanas finamente trabajadas; también, las viviendas expresan una forma de ser, un estilo y un modo de vida de otros tiempos.

 

CUNA DE HÉROES

 Curaco de Vélez ha tenido a lo largo de su historia a arriesgados hombres de mar que han dado gloria al territorio en estudios hidrográficos, en la marina mercante y la Armada, como:

  • Carlos Miller Norton: Marino Irlandés nacido en 1793, se radicó en Curaco. En 1843, este piloto guió a la goleta “Ancud” en la toma de posesión del Estrecho de Magallanes.
  • Francisco Hudson Cárdenas: Marino e Hidrógrafo, nació en Curaco en 1826. Después de realizar sus primeros estudios náuticos en Ancud, ingresó a la Armada en 1845. En 1856 comienza sus investigaciones hidrográficas, explorando la costa entre Chiloé y el Estrecho de magallanes. Desapareció entre el 7 y el 9 de marzo de 1859, producto de un temporal que lo hizo naufragar en las peligrosas aguas del estrecho de LeMaire.
  • Manuel Oyarzún González: Capitán de fragata y Contador, nació en Curaco el 13 de octubre de 1858. Al declararse la Guerra del Pacífico dejó sus estudios y se incorporó al ejército. A instancias de su amigo Galvarino Riveros, ingresa a la Armada en 1882, prestando diversos servicios hasta 1916, fecha en que se le otorga la cédula de retiro absoluto.
  • Galvarino Riveros Cárdenas: Nació en 1829 en Changüitad. Al inicio del conflicto con Perú y Bolivia, fue designado Comandante del blindado “Blanco” y jefe de una división naval que comprendía la corbeta “O’Higgins”, la cañonera “Magallanes” y el transporte “Amazonas”. Entre sus mayores hazañas están la captura del Huáscar en el Combate de Angamos el 8 de Octubre de 1879 (mayor celebración Curacana); el 2 de noviembre dirigió el asalto y toma de Pisagua, primer desembarco anfibio orgánico efectuado en el mundo; El 16 de noviembre también captura a la nave peruana “Pilcomayo”, y bloquea el puerto del Callao el 28 de febrero de 1880; la escuadra apoya con la artillería naval al ejército que gana las batallas de Chorrillos y Miraflores, los días 13 y 15 de enero de 1881, rindiéndose Lima y el Callao.

 

CHONOS, HUILLICHES Y ESPAÑOLES  ( RELACIÓN COSTERA)

  Desde que los Chonos poblaron el archipiélago, hace unos 7000 años, la pesca y la recolección de mariscos y algas han sido la base de la economía y cultura insular. Los Huilliches, posterior a los Chonos, también se asentaron cerca de las playas, para acceder a los recursos marinos. Ambas culturas usaron dalcas de tres o más tablones, cosidos y calafateados con fibras vegetales, con las que navegaron por los canales del archipiélago. Los Huilliches también construyeron canoas de un tronco ahuecado a fuego, las llamaron bongos.

Los españoles adoptaron la dalca y el bongo, que con los años evolucionaron en piraguas, balandras, goletas, chalupas, lanchas y lanchones chilotes, gracias a los constructores de ribera.

Cuando en el s.XVII llegaron a la isla de Quinchao las primeras familias españolas, prefirieron asentarse en sitios ocupados por los indígenas, ubicándose junto a la costa, así podían aprovechar las mismas ventajas ecológicas del lugar, además de utilizar el mar y la playa como medios de comunicación.

Desde tiempos prehispánicos, hasta mediados del s.XX, se usaron corrales de pesca en playas y esteros de Chiloé. Un cerco con forma de media luna, hecho de estacas clavadas en la playa y varas que se entrelazaban, con una compuerta en el centro que se cerraba en altamar. Cuando la marea bajaba, los peces pequeños pasaban por entre las ramas, pero quedaban atrapados grandes róbalos y sierras. Como se trataba de un recurso abundante, las familias dueñas de los corrales regalaban a sus vecinos los peces que no iban a consumir o ahumar.

Con la llegada de la economía de mercado, aumentó la explotación de los recursos marinos, generando un importante crecimiento económico y la entrada a la modernidad. Los pescadores artesanales orientaron su trabajo para satisfacer la demanda de las fábricas. En poco tiempo, las tradicionales embarcaciones a vela y remo fueron reemplazadas por lanchas a motor, más rápidas y con mayor radio de acción. Cambió el modo de producción y surgió el obrero industrial, que migra de los campos hacia las ciudades en busca de trabajo remunerado.

Como concecuencia de la actividad pesquera, especies como el loco, el erizo, la centolla y la sierra quedaron al borde de la extinción; también, otros peces, moluscos y algas disminuyeron dramáticamente.

La salmonicultura tiene un importante antecedente en 1978, cuando la empresa Domsea Pesquera Chile Ltda. inauguró la primera piscicultura en Curaco de Vélez, para criar artificialmente salmones, como se hacía en Norteamérica y en países escandinavos.

También se instalan en Curaco de Vélez, grandes siembras industriales de mariscos, consolidando así, el trabajo remunerado en base a la cultura ancestral chilota.

LA LANA

  Los Huilliches criaban pequeños rebaños de guanacos, llamados chiliwekes. Se utilizaban para transportar cargas y arrastrar un antiguo arado llamado queñelvoque, para hacer truekes o como dote matrimonial. Los chiliwekes eran esquilados para confeccionar vestimentas de lana, utilizando telares horizontales o huitrales; los tejidos adquirían variados colores, que se obtenían hirviéndolos en una olla de cerámica con hojas, cortezas, raíces, flores, líquenes, barro y tierras de diversas tonalidades.

Con la llegada del español se introdujo la oveja al archipiélago y el chiliweke comenzó a desaparecer.

Durante la colonia, manos indígenas y españolas continuaron hilando y tejiendo telas para sus propios vestidos, que fueron adaptando modelos europeos. Tenían tanta venta, que llegaron a ser (luego de la madera) una de las principales exportaciones al Perú.

El oficio de tejedora generalmente ha estado en manos de una mujer (aunque igual hay tejedores), desde las primeras etapas del lavado de la lana, escarmenado, hilado, teñido, hasta el tejido.

Se hacían ponchos, frazadas, sabanillas, chales chilotes, pañolones con aplicaciones bordadas, fajas, tapices y alfombras floreadas.

BATALLA DE HUENAO

Antecedentes a los enfrentamientos:

En 1578: Los españoles al mando de Julián Carrillo dan muerte a 500 veliches, en la que es considerada la primera batalla naval de América.

En 1600, los veliches hacen una alianza con corsarios holandeses y ocupan la villa de Castro. Los españoles obligan a los holandeses a retirarse y toman presos a 18 indígenas principales, los encerraron en una choza y les prendieron fuego, y mandaron a ahorcar a 30 más.

En 1663, cerca de 400 indígenas hacheros de Chiloé continental mataron a 4 españoles, pero esta rebelión fue sofocada antes de que se extendiera.

La rebelión de 1712 aparece justificada por los abusos del encomendero español. El régimen de encomienda en Chiloé llegó a tener características similares a la primitiva encomienda de esclavitud en el caribe, el mismo encomendero era el juez y legislador, que hacía caso omiso de las dispocisiones o tasas que regulaban el sistema.

El 26 de enero de 1712 se reunen loncos de muchos cavíes en quilquico, allí deciden promover un levantamiento general de todo el territorio insular para detener las humillaciones, no pretendían expulsar a los españoles, pero si dar un escarmiento y una demostración de fuerza a las autoridades que encubrían estos abusos.

Era común no dar alimento a los encomendados, solamente insultos y palos, el encomendero Joseph Andrade odiaba que sus esclavos se enfermaran, y cuando esto pasaba los iba a buscar, y los envolvía desnudos con ortigas, su hijo Bernardo de Andrade, en una oportunidad castigó a Martín Pequén golpeándolo con un sueco en un ojo hasta reventárselo, raptaban a hijos e hijas para traficarlos como esclavos, y uno de los principales motivos del alzamiento fue cuando Andrade azotó cruelmente los órganos sexuales de Martín Antucan con ortigas, y luego prendió fuego a las mismas.

La noche del 9 de febrero de 1712, lo veliches iniciaron las acciones guerreras: ocuparon, sitiando los accesos a Castro y a la isla de Quinchao, asaltaron varias casas de encomenderos, vecinos principales y sus familias, matando a sus ocupantes y tomando como rehenes a sus mujeres, no se encuentran entre ellos, españoles “medios”, ni mestizos, ni frailes, ni curas.

Inmediatamente mandaron soldados para combatir la rebelión que ya había dejado casi 30 españoles muertos, Alonso López se fue a combatir a Quinchao el campamento de Huenao, donde enfrentó a 200 indígenas, tomando pricioneros a 100 a quienes ejecutó cuando se dieron cuenta que se acercaban más de 60 rebelados a rescatarlos, a quienes también los asesinaron antes de que desembarcaran. La masacre duró 8 días, destruyendo las últimas resistencias en Opi, Rauco, Dalcahue, y persiguiendo hasta las islas más remotas. No hubo más de 30 españoles muertos, sin embargo, las cifras globales van entre 400 y 800 veliches que cayeron.

La encomienda fue eliminada en Chiloé recién en 1782.

Agradecemos a la Ilustre Municipalidad de Curaco de Vélez por las imágenes